Crónicas de un Pueblo

Los Hinojosos
"Mi pueblo se encuentra rodeado de tierras suaves y severas, con colores tersos y trazos suavemente perfilados. Entre sus rastrojeras y barbechos, en sus nobles caserones con pétreo escudo de armas, no se da el tipismo y el folklore de la sangría, de las castañuelas y de la paella en lata."

I. SOBRE LA FUNDACIÓN DE LA HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL ROBLE



Parte Segunda
Sobre la fundación de la Hermandad





La Cofradía de Nuestra Señora del Carmen es continuadora de aquella que, ya en la baja Edad Media, veneraba a la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora del Roble, en el lugar de Las Labosas, en la ermita de San Andrés. Es una Hermandad con muchos siglos de existencia, cuyo origen, envuelto por la nebulosa del pasado.

Los más viejos del lugar aseguraban haber oído decir a sus antepasados que la imagen fue traída de San Andrés. La anciana Francisca Granero Bustos nos comunicó que su abuelo comentaba que la imagen de no fue llevada directamente a la ermita de San Antón, sino que estuvo depositada algún tiempo en la emita de la Concepción.

Los documentos consultados confirman lo que la tradición nos dice sobre la procedencia de la imagen. En el libro de cuentas más antiguo de la hermandad, iniciado en 1668, hay un asentamiento en la data de la liquidación presentada por los mayordomos de ese año, don Pedro Sánchez Izquierdo, Presbítero, y don Francisco de Mena y Vado, en el que se descargan de veintidós reales de vellón que se gastaron en hacer una caja para traer la imagen por los lugares, más otros tantos en otro asentamiento, por la hechura de dos cajas para sus vestidos, mantos y otros adornos. En las liquidaciones de los años siguientes están reseñados los gastos efectuados por la hermandad en las obras para la construcción de una capilla en la ermita de San Antón a extramuros de la villa.

¿Procedía la imagen de la Virgen del Robles de Las Labosas? Para dar una respuesta documentada hay que tener en consideración los afirmado por el Presbítero don Diego de Peñalosa, párroco que fue de San Bernabé, en el Memorial remitido por é al Ilustrísimo Señor Obispo de Cuenca, don Miguel Payá Rico:

"Hasta la Regencia del Excmo. Señor Don Baldomero Espartero, conocidos fueron en nuestra geografía el Hinojoso de la Orden y el del Marquesado. El primero era Villa de inmemorial, con uso de Escudo de Armas, perteneciente, antes de la unión de ambos grupos de población, a la antigua y vasta provincia de Ciudad Real, y en lo Eclesiástico a el Obispado Priorato de Santiago de Uclés, vere nullius, a donde hoi tambien corresponde. Debo hacer mención del lema que lleva por orla el Escudo de Armas de esta Villa por lo verdadero, moral y religioso: HODIE ERIT NIHIL (lo que es hoi no será mañana), palabras edificantes que dicen cual fue la piedad antigua de estos feligreses.
De tradición antiquísima resulta que esta Villa se formó o aumentó de la población de la Labosas y Villaverde y, tanro es así respecto a la primera, que los bienes de su beneficio curado,N (San Andrés), se agregaron después a la de la Orden, pues en su Iglesia Parroquial se venera aún la imagen del Santo expresado, que está en el altar de Nta. Sra. del Roble, vulgo Carmen, y no en el altar de N.P. Jesús del Perdón, que es mucho más moderna y fue donación de don Andrés Saavedra Pozo…"

Allá por el año 1500 desaparecieron dos poblados pertenecientes a la Orden de Santiago: el de Villaverde y el de Las Labosas. Los vecinos del primero fijaron su residencia en Villamayor de Santiago, y los del segundo se avecindaron en El Toboso y en El Hinojoso de la Orden. Como la patrona del antiguo poblado de Villaverde sigue recibiendo culto en la ermita que lleva su nombre, sita en el mismo lugar donde se asentaba la población, la imagen de laVirgen del Roble sólo puso ser traída por los cofrades procedentes de Las Labosas asentados en nuestro pueblo.

Era norma general de la época que todas las hermandades honraran a la Virgen, o al Santo Patrono bajo cuya protección se habían puesto, con la construcción de un edificio contiguo a la iglesia, o formando parte de ella, con altar y advocación particular, como ocurre con la capilla de la Virgen Morenica en la Parroquia de San Bartolomé, o en capillas dentro del templo. Recordemos, en la iglesia de San Bernabé la capilla de la Virgen del Carmen y la de Nuestra Señora del Rosario, ya desaparecidas, situadas a la derecha y a la izquierda del Altar mayor, provistas de un a verja de hierro. El Altar mayor era parte integrante de la capilla de San Bernabé, y por este motivo el presbiterio estaba separado del resto de la iglesia por una verja, en este caso de madera. El enverjado era sustituido a ves por unas puertas de madera como las que hoy dan acceso a la capilla de las Benditas Ánimas del Purgatorio, o al altar de la Dolorosa, posiblemente la capilla desaparecida de las Vera Cruz.

Otras veces, los cofrades levantaban una ermita situada dentro del casco urbano o extramuros de la villa. Recordemos que la imagen ce la Purísima Concepción recibía culto en la ermita que se levantaba en el solar que hoy o ocupa el Ayuntamiento, o la ermita de San Sebastián, edificada en el paraje conocido como “el Santo de la Hontanilla”, de la cual aún se conserva el arco de la puerta de entrada y parte de sus muros.

La construcción de un a capilla en la ermita de San Antón para instalar en ella la imagen de la Virgen del Roble indica que la hermandad no fue fundada en la Parroquial de El Hinojoso de la Orden. Si lo hubiera sido, su Imagen habría recibido culto en una ermita a ella dedicada o en una capilla en la iglesia parroquial, como las patronas y los patronos de las hermandades existentes entonces. Podría hacerse una objeción a este razonamiento: la fundación de la cofradía coincidió con el traslado de la imagen al pueblo, y su instalación en la ermita de San Antón fue obligada por no ser posible hacerlo en otro lugar. Pero no fue así: en las cuentas del mes de septiembre de 1668 fueron presentadas por los mayordomos salientes según lo dispuesto en unas Constituciones cuya antigüedad fue puesta de manifiesto por las modificaciones introducidas en 1716 con el fin de actualizarlas; la reforma fue tan profunda que cambió casi en su totalidad lo dispuesto en los antiguos Estatutos.

Fijar la fecha de su fundación es imposible porque los registros parroquiales no comenzaron a realizarse hasta el siglo XVI. Para conocer su antigüedad, hemos de remontarnos a la Reconquista, cuando, después de quinientos años de lucha contra el Islam, los Ejércitos de Castilla y Aragón liberaron las tierras de la Mancha del dominio árabe, y consolidaron sus fronteras más allá del Tajo, después de la victoria obtenida por los Reyes Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra, sobre los almohades, acaudillados por el califa Muhammad al-Nasir, en la batalla de las Navas de Tolosa, el día 16 de julio de 1212. Fue después de estas fechas cuando en el citado lugar, repoblado por gentes cristianas procedentes de los reinos vencedores brotó la devoción a la Santísima Virgen María en la advocación del Roble y, más tarde, sus devotos se unieron en Hermandad bajo su Patronazgo.

Durante más de doscientos años, los Cofrades dieron culto a su Patrona en la ermita de San Andrés construida en aquel lugar, alrededor de la cual se extendían las humildes viviendas de sus vecinos, pero al cabo de ese tiempo, por circunstancias no aclaradas, tal vez relacionadas con una terrible enfermedad, la peste negra, que azotaba algunas zonas de forma endémica desde el siglo XIV, sus vecinos migraron a los pueblos cercanos, haciéndolo la mayor parte de ellos a la villa del Hinojoso del Orden donde fijaron su residencia y mantuvieron viva la Cofradía fundada por sus antepasados. La despoblación de Las Labosas no se produjo en unos meses, al contrario, fue un proceso lento, de lustros, durante los cuales las imágenes de la Patrona, la de San Antón y la del titular de la ermita, San Andrés, fueron cuidadas y atendidas por los más renuentes, los más remisos a dejar sus hogares. Luego, cuando la población quedó reducida a unas cuantas familias, la Parroquial de San Andrés fue suprimida, y la ermita, y sus tierras labrantías, fueron anexionadas a la de San Bernabé Apóstol, cuya Fábrica quedó obligada a realizar y sufragar las obras necesarias para su mantenimiento y conservación, por ser la receptora del beneficio de las tierras que habían pasado a su administración: quince en total, con una cabida de treinta y siete fanegas de trigo, ocho de caber veinticuatro fanegas y media de cebada, más una viña de 600 cepas y un haza donadas a la Fábrica de la ermita con cargo de doce misas, doce vigilias y doce letanías cada un año, según declaración hecha por el Cura Juan Villa, el Bachiller Moreno y el Mayordomo Alonso Zarco. El beneficio que proporcionaban a dicha Fábrica, y luego a la Parroquial de San Bernabé, era de 66.000 maravedises de vellón anuales (l.941 reales y 17 maravedises de vellón). La escritura de apeamiento de dicho beneficio está fechada el día trece de diciembre del año 1565, según consta en el Auto de Visita de fecha 31 de julio de 1574, firmado por el Caballero de la Orden de Santiago don Juan López Mexía, y el Visitador General de la misma, Doctor Lorenzana. La escritura quedó en poder del dicho Cura con mandato del señor Visitador de trasladar una copia de ella al archivo del convento de Uclés.

Documento de fecha 27 de julio de 1532, aportado por don José Joaquín Lodares Lodares, sacado del Libro Becerro de la Orden, que hace referencia a la ermita de San Andrés

"Nos D. Pedro García de Almaguer, por la gracia de Dios, Prior del Convento de Uclés de la Orden de Caballería de Santiago, del Consejo de su Majestad, a vos y otras cualesquier personas ansí clerigos como legos de cualquier condición e preminencia que sean vecinos y moradores de la villa de los Hinojosos de la Orden o de otras cualesquier parte a quien el infra escripto negozio toca e atañe, o pueda tocar e atañer en cualquier manera y a cada uno e cualquier de vos salud en Ntro. Señor Jesucristo.- Sepades de nos visitando las iglesias de nuestro privadgo este presente año hallamos que en sitio de la villa de los Hinojosos de la Orden estava una hermita de la adbocación del S. Sant Andrés, la qual tiene ciertas heredades e tierra de pan llebar que rentan para la dicha hermita de lo qual no tiene cargo persona alguna mas de su mayordomo que pone el conzejo para que cobre la renta y repare la hermita y de ello no se hazen otras obras pias ni sacrificios por los difuntos que las doctaron y en la quenta que tomamos a el mayordomo que agora es hallamos ser a cargo de dicho mayordomo mucha cuantia de maravedises, los quales se estaban o tenian en su poder o se andaban en poder de los mayordomos sin que de ellos se distribuyese cosa por las animas de los doctadores de la dicha hermita, y ansí mismo vimos por la lista de ojos que la dicha hermita al presente esta vien reparada y que no tiene necesidad que se gasten en reparo por algun tiempo maravedí alguno, y en la dicha visitación mandamos al mayordomo de ella que dentro de zierto termino comprase para la dicha hermita un caliz de plata e una casulla de carmesí con todo su aparejo para dezir misa e otras cosas según quedó asentado en el Libro de la visitación.
E porque visitando ansí mismo la Iglesia Parrochial de la dicha villa de los Hinojosos hallamos que el beneficio curado de la dicha Iglesia es de pocos reditos e rentas ansí que con dificultad se puede sustentar ni podría con tan poca Renta si por otras vias no fuese ayudado y considerando ansí mismo como la dicha hermita del Sor. Sant Andres no es de derecho patronazgo de cofradía ni otras personas particulares e por otras ziertas e lexitimas causas que a ello nos movieron queriendo como ordinario probeer al vien de las animas e aquel venefficiado que es o fuere de la dicha Iglesia de la dicha villa de los Hinojosos tenga alguna mas ayuda para su sustentación e necesidad acordamos unir y por la presente unimos, anejar y anejamos en la mejor forma y manera que podemos e debemos de derecho, la dicha hermita del Señor Sant Andres e vienes eredados della al dicho benefficio curado de la dicha Iglesia de la villa de los Hinojosos para que de hoy dia de la fecha en adelante el cura e venefficiado que agora es e los que despues de el fueren ayan y lleven y tengan y posean las eredades e rentas de la dicha hermita como vienes e rentas propias e anejadas al benefficio curado contando que el dicho cura e los otros sucesores para siempre jamas sean obligados al reparo de la dicha hermita e mas que en cada mes del año digan o hagan dezir una missa en su vigilia y letania por las animas de los que dotaron las dichas eredades para la dicha hermita, e por cuanto en la quenta que tomamos al mayordomo de la dicha hermita hayamos que tenia dados e emprestados para la obra de la dicha Iglesia diez mill maravedis e por la necesidad que tiene la dicha obra mandamos que los otros maravedis del alcanze fuesen prestados otros quinze mill maravedis a el concejo e mayordomos de la dicha Iglesia de la dicha villa de los Hinojosos para que los tengan para la dicha obra hasta en tanto que por nos o por nuestros sucesores otra cosa fuese mandada. Esto contando que el dicho concejo e mayordomo den fianza llanas e abonadas de tomar ansí los dichos diez mill maravedis que antes tenian recedidos emprestados como los quinze mill marabedis que agora les mandamos dar emprestados para la dicha obra e mandamos que al tiempo que por nos e por nuestros sucesores fuere mandado al dicho concejo e mayordomo de la Iglesia restituir los dichos veinte y zinco mill maravedis que ansí han recibido e recibir prestados de los frutos e rentas de la dicha hermita que sean echados en vienes rayces e no sean entregados a el cura que es o fuere del dicho benefficio de los dichos maravedis sino que sean puestos e depositados en poder de una o dos personas llanas e abonadas vezinos de la dicha villa de los Hinojosos para que los tengan de manifiesto e de ellos se compren los tales vienes rayces, tierras e otras heredades que renten para el dicho venefficio curado e benefficiados de ellos los ayan y tengan por propios de dicho benefficio según y como han y tienen los otros vienes e rentas que son propios de dicho benefficio e de oy dia en adelante mandamos y amonestamos, primo, secundo, terzio en birtud de sancta obediencia y so pena de excomunion a cualquier clerigo de nuestro priozadgo que con esta nuestra carta fuere requerido por parte del venerable Padre Martin Fdez. de la Vara, Frayle cura de la Iglesia de la dicha villa de los Hinojosos y no le de e entrege la posesion corporal, real, actual, vel quasi de la dicha hermita de Sant Andres e de sus vienes y eredades e lo defienda e ampare en ella.
E otro si mandamos so la dicha pena de excomunion a los renteros e arrendadores de las dichas eredades e a los que tienen y an tenido cargo de coxer el e otro cualesquier frutos e rentas pertenecientes a la dicha hermita que fagan acudir de oy dia en adelante al dicho Martin Fdez. de la Vara cura o a quien su poder oviere con todos los dichos frutos rentas e reditos ansí como vienes propios unidos y anexados al dicho benefficio e porque lo susodicho venga a noticia de todos e ninguno pretenda ignorancia mandamos dar y dimos la presente carta de union y anejación firmada de nuestro nombre y sellada con nuestro sello e refrendada del infrascripto Notario. La que mandamos que sea sentada el traslado de ella en el libro de Bisitación de la dicha Iglesia.- Dada en nuestro convento de Ucles a beynte y siete dias del mes de Jullio y año del naszimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mill y quinientos y treynta y dos años.- Pº, prior de Ucles.- Por mandado del Prior mi señor Cristobal Calderón.- Notario apostolico.
De las tierras de esta enajenación hay inventario con firma en poder de los curas en el Archivo de la Iglesia”

Nota marginal
"El año del mil ochocientos y cuatro se vendió en pública moneda la Hermita de San Andrés que estaba ya profanada, sin puertas, sin retablo, sin campana, sin santo y casi sin tejado.- Y su producto se invirtió en dar sopa económica a los pobres, con acuerdo y licencia del Sr. Obispo, Prior de Ucles, sometida a la Junta de la Caridad establecida en esta villa de orden del Concejo la que invirtió más de trece mil reales que se juntaron de varias limosnas y rentas en la manutención de 300 pobres, con la sopa económica.- Alvarez."

A pesar de estar abierta al culto la ermita de San Andrés, los reparos que en ella debían hacerse eran demorados año tras año por falta de fondos, dado el bajo rendimiento de las fincas anexionadas y los múltiples gastos de la Parroquial, a pesar de los mandatos dados por los señores Priores al Cura propio de la misma y a los Mayordomos de su Fábrica para que, sin dilación, procedieran a su reparación. El más antiguo de los hallados, de fecha 13 de marzo de 1576, lo suscribe el Visitador General y Subprior de Uclés, don Francisco de Alliende, en el cual dice

"Otrosi por quanto en la visita de la hermita de San Andrés anexa a el dicho beneficio se halla estar malparada, mandaba e mandó a el dicho cura que dentro de un mes de cómo pasare la pascua de Resurreccion compre cuatro cahices de yeso y quinientas tejas e haga aderezar muy bien el tejado y los cavallones del, y en el testero de abaxo de la dicha hermita donde esta el campanario, demas de los cavallones y goteras, que haga echar unos contrapesos cerca del calzo de dichos canales para que no los pueda lebantar el ayre, y en los demas canales ponga sus piedras bien puestas para que ansi mismo se defienda de los ayres.
Item, que la ventana de el lado de la dicha hermita que tiene una reja y por la parte de adentro se repare y aderece bien con yeso e por la parte de afuera, desde la dicha reja hasta el tejado, se haga un respaldar de piedra y yeso para defender la pared que esta desgastada de las aguas. Ansimismo un tirante que sobresale sobre la dicha ventana, que de las goteras esta podrido y desasido de la suela de la misma se ponga de la manera que esté firme o se quite y se ponga otro que esté sano y alcance lo que es menester.
Ansimismo los poyos se reparen en todo lo que hubieren necesidad y en la puerta de la reja de la capilla se ponga un cerrojo con llave como lo solia tener y es razon que lo tenga para que estando la puerta principal abierta cuando se venga pueda estar la de la capilla cerrada, y probea la puerta principal tenga buena cerradura o solo fuere cuando combiniere hacerlo.
Y ansimismo en los rompimientos que estan hechos en la pared a manera de abernaculos para imágenes los haga tornar, aderezar y enlucir y en todo tiempo procurar tener siempre la dicha ermita bien reparada pues lleva la renta della y de lo contrario ademas de no hacer lo que se debe, se de aviso a los vecinos de la dicha Villa, del mismo modo todo lo qual ansí se cumpla dentro de el tiempo so pena de seis reales y se embiara una persona que con esto lo haga”.

El Auto firmado por don Alonso Martínez de la Torre, en 1588, refleja, lo mismo que el anterior, las penosas condiciones de la ermita a finales del siglo XVI:

"En doce dias del mes de diciembre de quinientos ochenta y ocho años, el Licenciado Platta, del hábito de Santiago, por mandato y Comision del Licenciado Don Alonso Martinez de la Torre, Prior del Convento de Uclés, fue personalmente a visitar, y visitó, la hermita de San Andrés que está aneja e incorporada al beneficio de la Parroquial de la villa de los Finojosos, y por relación que el dicho visitador hizo, el dicho Prior mandó que en la dicha hermita se faga lo siguiente:
Primeramente mandó que se repare y aderece la esquina y hastial de la dicha hermita, por la parte de afuera. Igual de cae y viene abajo.
Item, mandó se reteje y aderece el tejado de la dicha ermita de manera que no se llene mas de goteras con las cuales se dañan los enmaderamientos y, ansi mismo, se pondran ciertas tablas que faltan en la techumbre y otras que estan maltratadas.
Item, se aderece la techumbre que cae encima de la ventana de la reja, que esta muy maltratada, de tal forma que se quiere caer, y un tirante que esta desatado y fuera de lugar.
Otrosi, es necesario retejar y recorrer los tejados y aderezar los caballones de suerte que no se lesionen los enmaderamientos.
Otrosi, es necesario que el altar tenga frontal y cobertura de manteles o cosa decente para ello.
Otrosi, es necesario aderezar la lumbrera que esta en la capilla del altar, por la parte de adentro, la cual es necesario reparar con yeso.
Otrosi, atento que las puertas de la dicha hermita estan expuestas, y por darles el sol y mojarse se pudren y maltratan y reciben mayor detrimento, y para que se acaben de consumir, es necesario hacerse encima de ellas un tejado que defiendelas de dichos inconvenientes.
Los cuales reparos y aderezos como de suso van dichos, mandó el dicho Prior de Uclés hacer saber al Cura que actualmente es de la Iglesia Parroquial de la dicha Villa de los Finojosos, como persona que lleva las rentas de la dicha hermita, que lo cumpla dentro de los dos meses primeros siguientes, so pena de quinientos maravedises por cada cosa que dejara de facer, aplicados para la dicha hermita, ademas del daño que se le faciere por no lo facer y cumplir, y que se procedera contra él y sera castigado con todo ell rrigor debido, y así lo proveyó y mandó, y por esto se tiene por acabada la dicha Visita”.- Firmado y rubricado: Alonso, Prior de Uclés.

A este mandato siguieron el del Licenciado Don Francisco de Figueroa, en 1595, el de don Diego Martínez, en 1620, y el de su sucesor en la dignidad, en 1623, del cual extractamos todo lo relacionado con la ermita:

"....Otrosí, atento que por la visita que se ha hecho a la hermita de San Andrés, aneja al beneficio de esta Villa, que está en los términos y jurisdicción de ella, consta está muy maltratada de reparos, y el tejado de madera se llueve y se echa a perder la madera, para que se remedie y repare la dicha hermita con la decencia que se requiere, y atento a que el Beneficio Curado de esta Villa lleva los frutos de la tierra, y rentas y bienes de la dicha hermita, mando que el Cura de esta Villa, dentro de diez dias primeros siguientes, aderece y repare los tejados de la dicha hermita, de forma que no se llueva ni se eche a perder la madera, haciendo las obras donde fuere necesario, con yeso para su fortificación.- Y a la entrada de la puerta se haga un poyo de piedra y yeso fuerte, para que no pueda entrar el agua en la dicha hermita por debajo de la puerta.- Y así mismo se repare una esquina que esta muy maltratada, de manera que todo quede como convenga, y todo el gasto que en la susodicha se hiciere los pague a cuenta de los dichos reparos, con apercibimiento de que se enviara persona que a su cargo lo hará.
... Otrosi, mandó que por cuenta de los bienes de la fábrica de la iglesia de esta Villa, se ponga en el altar de San Antón de esta hermita, un ara consagrada, una tabla con las palabras de la consagración, otra del evangelio de San Juan, una mesa de manteles y un frontal, para que se pueda celebrar en dicho altar, lo que se hará dentro de treinta días, por el Mayordomo de la dicha iglesia, atento a que la dicha iglesia tiene y goza de los bienes y rentas de la dicha hermita, y dentro de otros quince días siguientes, envíe certificación de cómo se ha hecho la susodicha, con apercibimiento de que al término pasado se enviará persona que a su costa lo haga y cumpla en la dicha iglesia”.

La preocupación por el estado de conservación de la ermita fue constante durante los veinte años siguientes, hasta que el Prior don Francisco Serrano, en su Auto de Visita de 1644, dispuso lo siguiente:

"Reparada la hermita del Apostol San Andres que esta en el termino de esta Villa, pues para este reparo y condicion se le adjudicaron al beneficio las posesiones de la dicha hermita de la cual goza, y asi mismo los dos ducados en que se concerto los reparos de la dicha hermita con los herederos del Ldº.Diego Gimenez, Teniente Cura, que han de cesar los gastos en dicho efecto, lo cual cumpla con todo, so pena de diez ducados en que desde luego S.Sª. lo da por condenado, aplicados para la dicha hermita”.

Al finalizar la primera mitad del siglo XVII no había en las Labosas persona alguna que se ocupara de ella. Con el paso de los años hubo necesidad de hacer nuevas obras de reparación, pero ante lo gravoso que le resultaba a la Fábrica tener abierto al culto un santuario en un lugar despoblado, a más de dos leguas de la villa, en 1668, siendo Cura propio de la Parroquial don Juan Izquierdo Martínez, del hábito de Santiago, la Autoridad Eclesiástica autorizó su clausura y el traslado de la Virgen del Roble a la ermita de San Antón, también en mal estado porque su titular no tenía una Cofradía que se ocupara de su mantenimiento, por eso, la Hermandad de la Virgen del Roble, además de acondicionarla y construir una capilla para su Patrona, hubo de aceptar la carga de dotarla de ornamentos y objetos para el culto; entre otras muchas cosas, adquirió un cáliz de plata, de dieciocho onzas y media de peso, valorado en cuatrocientos ochenta reales de vellón, y correr con los gastos ocasionados por todas las obras de mantenimiento que fuera preciso realizar. La imagen de la Virgen estuvo en la ermita de la Concepción, hasta que la de San Antón, sus alrededores y la casa del santero estuvieron debidamente acondicionados.

La imagen de la Virgen del Roble y su hermandad siempre han estado estrechamente unidas a la ermita de San Andrés y a las imágenes del Santo Apóstol y de San Antón:

.- Relacionado con la decisión del Gobernador Eclesiástico del priorato de reconstruir la derruida ermita de Las Labosas, hay un asentamiento en las cuentas correspondientes al año 1735, presentadas por el mayordomo don Manuel Martínez el 21 de marzo de 1740, en las cuales se descarga de mil quinientos reales ce vellón los mismos que se darán por orden del señor Subinspector de la Sede Vacante, al depositario que fuere nombrado para el caudal de la reedificación de la hermita del glorioso San Andrés. A pesar de que en aquella época había muchas cofradías en la Parroquial de San Bernabé, sólo son extraídos fondos de la hermandad de la Virgen del Roble para sufragar dichas obras, y esto es así por los lazos históricos que la unían a la ermita de San Andrés donde su Patrona había recibido culto durante muchos años
.- Cuando la cofradía mandó construir las andas en 1757, mandó confeccionar, entre otras cosas, un estandarte con flecos, borlas y cordones, todo en seda dorada, con dos láminas pintadas, la de la parte principal con la imagen de la Patrona, y la del reverso con la efigie de Sn Antón.
.- En el siglo XIX, finalizada la Guerra de la Independencia se produce u hecho importante en la historia de la cofradía: el traslado definitivo de la imagen de la Virgen, venerada ya bajo la advocación del Carmen, al templo parroquial. Fue colocada en el altar del lado del Evangelio, en la antigua capilla de los Tapia; junto a ella se situaron las dos imágenes que había en la ermita de San Antón: la de San Andrés, adquirida en su día por los vecinos procedentes de Las Labosas, y la de San Antón. Esta última aún permanece en el altar de la capilla que ocupara la Patrona hasta su traslado al Altar mayor. La de San Andrés también estaba allí según consta en el Memorial de don Diego de Peñalosa.

Una cuestión no aclarada es el motivo por el cual fue cambiada la advocación de la Imagen, sustituyendo la originaria por la del Carmen. En el segundo libro de cuentas de la hermandad está señalado el año que se produjo este cambio oficialmente:

"En la villa del Hinojoso del Orden de Santiago, Priorato de Uclés, a los nueve días del mes de septiembre de mill seteztos. sesenta y cinco, los Sres. Dn. Thomas de Perea y Lara, del havito de Santiago, Cura ppº. de la Parroquial de esta Vª.; Dn. Juan Antonio Pelaez Castillo e Isidoro Rojo, maymos.; Dn. Juan Ruiz Chacón y Juan Marnez. Porras, captan y Alferez actuales i que quedan por tales maymos. de la Cofradía de Ntra.m Sra. del Carmen, fundada en dicha Iglesia y sita en la hermita del Roble extramuros de la dcha. Vª. juntos y congregados con Dn.Pedro Vicente de Mena y Vado, como este Hermandad lo ha de costumbre anualmente para la formación de sus caudales, pasaron a pedírselas en Cargo y Data a dicho. Dn. Pedro Vicente, tesorero de la dcha. Cofradía, en cuio cumplimiento y teniendo presentes todos los recados necesarios de justificación, se tomaron y las dio en la forma siguiente…"

En el encabezamiento de esta acta hay un dato muy significativo referido a la cofradía: fundada en dicha iglesia. Esta matización no se encuentra en las actas ni en los autos de visita redactados durante los noventa y siete años precedentes, y nos dice con todas claridad que la Cofradía de la Virgen del Carmen fue fundada en la Parroquial de San Bernabé en el trascurso del año comprendido entre el día ocho de septiembre de 1764 y el mismo día de 1765.

Este hecho supuso dos cosas: la disolución de la Cofradía de Nuestra Señora del Roble, y su refundación bajo el patronazgo de otra advocación mariana. Es posible que todo fuera un ardid para poder fundar oficialmente la hermandad en la Parroquial de El Hinojoso de la Orden en la cual, hasta ese momento, solo estaba acogida o agregada y, tal vez, por esta circunstancia, en situación anómala, aunque no hay que descartar que el cambio de advocación fuera “primum movens” de la refundación y no su consecuencia. Sea cual fuere el motivo, a partir de esa fecha, la titular de la cofradía es la Virgen del Carmen, advocación utilizada por primera vez en 1722 por el padre fray Juan Sáez, Carmelita calzado, en el sermón de la Misa solemne del día de la Natividad de Nuestra Señora.

La ermita de San Andrés fue cerrada al culto hace más de trescientos años. Estaba edificada sobre una pequeña elevación del terreno, antaño cercado por una pared de mampostería, bardada según los usos de la época, de la cual sólo quedan los cimientos. Los de la ermita delimitan un rectángulo de 19´35 metros de largo por 6´40 metros de ancho, orientado de este a oeste y, sobre ellos, algunos trozos de sus muros de apenas un metro de altura. A pesar de sólo existir las ruinas, conocemos con certeza algunos datos extraídos de los Autos de 1576, 1588 y 1623.

Al exterior, la ermita estaba cubierta por un tejado a dos aguas; tenía dos ventanas, una en el muro norte y otra en el muro sur; sólo una de ellas estaba protegida con una reja, tal vez la primera, por ser la más cercana a la tapia. La entrada debía de estar situada en el testero de poniente, con un pequeño tejado para defender las puertas de la acción del sol y de agua; sobre el hastial de dicho muro se levantaba el campanario: una espadaña.

En su interior, una lumbrera daba claridad a la capilla principal situada en el testero al saliente. Cerca de él hay unos cimientos, sobre los que debían descansar el arco de la capilla y la verja metálica de la que nos hablan los escritos, cuya puerta estaba provista de un cerrojo con llave para cerrarla cuando la de la entrada principal estaba abierta durante el día, o cuando conviniera hacerlo. Es posible que la capilla estuviera presidida por la imagen de San Andrés. En las paredes laterales había unos rompimientos en forma de tabernáculo para las imágenes. En uno de ellos estaba la de San Antón, con un altar propio adosado al muro. De la ubicación de la Virgen del Roble y de la existencia de otras imágenes nada dicen los escritos.

Junto a los restos de la ermita, cerca del muro sur se hallan algunos vestigios de la lo que fuera la casa del santero, y la entrada a una cueva o sótano totalmente obstruida. También existe un círculo de piedra, a ras del suelo, de 9´65 metros. de radio. Puede tratarse de los restos de un crómlech, megalito del neolítico relacionado con los ritos funerarios practicados por los grupos sociales de hace cinco mil años, o de un túmulo, sepulcro levantado de la tierra, unas veces individual, otras comunal, relacionado con el solsticio de invierno, fecha muy importante para aquellos hombres, al renacer el sol como anuncio del nuevo año y la repetición del ciclo natural. Por eso, consideraban que sus antepasados también debían gozar de ese momento de esplendor para poder renacer en el futuro: Mientras la tumba permanecía sellada, al amanecer del solsticio de invierno, la divinidad solar iluminaba, durante unos breves instantes, los huesos de los difuntos a través de una ventana especial construida por aquellos arquitectos prehistóricos.
La población se surtía de agua en el llamado Pozo de San Andrés situado al otro lado del arroyo. Algo más lejos, se encuentran la Cueva y el Pozo de la Copa, la derrumbada Cueva del Piojo, y otro círculo de piedra de menores dimensiones. Todo esto son las únicas huellas del desaparecido poblado de Las Labosas, cuyos habitantes veneraron, vivieron y murieron bajo el manto protector de la Virgen del Roble.